17.8.09

Limpieza social = vergüenza nacional




El 6 de abril de 2009, el diario El Tiempo, informa: “Moniquirá, Sogamoso, Chiquinquirá, Otanche y Puerto Boyacá son las poblaciones a las que ha llegado este panfleto que amenaza a prostitutas, homosexuales, drogadictos y ladrones "Llegó la hora de la limpieza social; ya los tenemos identificados; nuestra organización ha tomado la decisión de atacar la violencia con violencia", dicen los escritos”. (Ver noticia)


Estos hechos se han repetido todo el año. En el país de la seguridad democrática, el 75% del país está afectado por panfletos que amenazan comunidades enteras y 97 jóvenes han sido asesinado. Además, 67 amenazas y 2 desapariciones completan este tenebroso panorama. Las principales víctimas de estos crímenes son jóvenes, personas en ejercicio de la prostitución y la comunidad de lesbianas, gays, bisexuales y tranasgeneristas (LGBT).

Esta información fue revelada por el Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP), quienes han identificado que Bogotá, Santander y Norte de Santander son las regiones más afectadas, especialmente en los barrios populares de las ciudades.
Este nuevo informe confirma lo que las comunidades ya saben, el control social está de vuelta (o tal vez nunca se ha ido), los asesinatos y la violencia regresan a controlar sus vidas y su libertad.

¿Qué significan estos panfletos? ¿Por qué se eligen a estas víctimas? El nombre popular de este fenómeno, “limpieza social”, nos ayuda a revelar lo que subyace a esta terrorífica práctica de exterminio. La eliminación física del “otro”, del diferente, de nuestro/a vecino/a que no toleramos y queremos desaparecer. La mal llamada “limpieza social” es pura violencia basada en la intolerancia social, una sociedad que ha optado por la guerra y la muerte contra quienes piensan o viven distinto.

Los panfletos son palabras que anuncian y encarnan la muerte. Son premoniciones y representaciones de la aniquilación. Los panfletos anuncian: la vida no importa, la muerte es necesaria y es necesario limpiar aquello que no nos gusta o nos estorba. ¿A quién le importa que maten a un marica, a una puta, a un reciclador, a un consumidor de drogas, o a un ladrón de barrio? Los panfletos nos recuerdan que esta sociedad es antidemocráctica, violenta e intolerante. Los panfletos son la representación del lado oscuro de nuestra sociedad, tan violenta e insensible como siempre.

Por si fuera poco esta desgracia no está en primera plana: mientras nuestra seguridad cotidiana se degrada, el país político sólo habla de reelección y de conflictos fronterizos.

¿Qué hacer con los panfletos y la violencia por intolerancia? ¿leer con escandalo más informes de derechos humanos? ¿qué otra prueba necesitamos de qué estamos en un país enfermo?

Colombia huele mal… es el hedor de los muertos que no queremos ver, ni enterrar. La limpieza social es nuestra vergüenza nacional.

Ver cifras sobre este fenómeno en artículo de Alejandro Ángulo S.J. director del Banco de Datos del CINEP

Boletín “La expresión de la violencia política y social a través de panfletos paramilitares” de la Comisión Colombiana de Juristas

Noticia Caracol

1 comentario:

Anónimo dijo...

Si, y yo diría que se parece más que nada a un proceso de limpieza de clase y racial. Apuesto a que la mayoría de lxs destinatarixs son bien pobres.

Más que el análisis de la violencia del discurso panfletario de esta gente imbécil, resulta también interesante el efecto que produce. Nos indignamos más con esa violencia explícita, desviando la atención de la violencia de todxs los días, que mata a muchxs más integrantes de estos grupos. Nuestros Estados ya no necesitan de leyes que habiliten el maltrato y la muerte de ciertas personas, ni grupos de comando de vecinxs, sin nada de eso, la expectativa de vida y las condiciones de salud de muchas personas que sobreviven en el espacio público es bastante pobre. Un exterminio mucho menos visible, menos ruidoso y panfletario. ¿No?

Hay que mantener la indignación contra estas manifestaciones de un continuum de violencia sin provocar el efecto de creer que sólo esto es violencia mortal.

Unxs cuantxs políticxs indignadxs con esto es también un buen remedio para tirar el problema de clase y raza abajo de la alfombra, creando condiciones para matar de una forma bastante más impune, mientras nos convencen de que están verdaderamente preocupadxs por el asunto. ¿No?